La sociedad y sus tabúes, el sexo, la muerte, el amor y el humor ante los cataclismos de la violencia, la sangre y la inocencia, todo ello materializa un lado de la obra de Ana Elena Pena quién, junto a Samuel Domingo, hacen asequible en esta serie de fotografías su estado de rebeldía contra lo obvio, donde la perversión es un juego para el arte y el arte no podría conformarse con mostrarlo. Unas imágenes que evocan el erotismo de las clásicas pin-ups, pero siguiendo una línea más subversiva.
PINK GLASS. Un cristal para ver la vida en rosa, como cantara Edith Piaf. Trágica y cómica, amarga y dulce... Vida, al fin y al cabo. El delito consiste es poetizar materia tan delicada, rastreando la oscuridad y la luz, conciliando lo siniestro y lo bello, eludiendo la belleza canónica de los modelos de consumo en favor de un lugar en el que el método es verse arrastrado tras el espejo. Ellos nos enseñan esa otra parte y, en su reflejo, surge la magia de su arte.
Javier Reguera
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